Para responder a esta pregunta nos basaremos en la
teoría de las externalidades que planteaba Marshall (1890) en los Principios de economía; y La economía del bienestar de Pigou
(1920), en donde ellos planteaban que los efectos externos, no estaban incluidos
en los precios del mercado y como consecuencia traía conflictos y problemas
medio ambientales por un uso explosivo de los recursos naturales. Pigou
planteaba el hecho de poner un “precio” a todas las actividades que generaren
algún efecto externo, ya sean negativos o positivos, lo que actuaría como una
respuesta amortiguadora en la contaminación del aire, agua y la
sobreexplotación de algunos recursos como los recursos forestales, mineros, suelo,
etc.
Para dejar más en claro esto, comenzaremos hablar
sobre la perspectiva de la teoría económica, la cual indica que el sistema
económico es un subsistema dentro de un ecosistema global, que funciona como un
sistema abierto al medio ambiente con el que puede intercambiar energía,
materia e información y que, por tanto, está sujeto a las leyes de la naturaleza.
Dicho subsistema económico se basa en las leyes de la termodinámica; donde la
primera ley hace mención que la materia y la energía no se crea ni se destruye,
solo se transforma. Esta primera ley, lo podemos ejemplificar hacia los
recursos naturales que son extraídos del medio ambiente, sufren una
transformación e inevitablemente se convierten en residuos y calor. Siguiendo
con la segunda ley de la termodinámica (Ley de la Entropía) en donde la energía
tiende al desorden hasta llegar a un estado de calor irrecuperable. Esto
implica que los procesos económicos son irreversibles, es decir, los flujos de
materia y energía entran en un proceso económico en estados de baja entropía
(alto valor) y salen a estados de alta entropía (bajo valor).
Uno de los grandes problemas de los procesos de
producción, es que la gran mayoría de los recursos naturales son de propiedad
común, lo que trae como consecuencia que ni el sector público ni privado
controlan la disposición del stock pagando sólo el costo de aprovechamiento.
Otras de las consecuencias que trae consigo el
sistema económico es la sobreexplotación, que puede agotar los recursos naturales,
comprometiendo a las futuras generaciones. Otro de los efectos que pudiera
ocasionar, es la presión que generan las emisiones y los residuos de los
recursos sobre el ecosistema. A esto se le conoce comúnmente como fallo de
mercado. Lamentablemente, las externalidades no son identificadas como parte de
la valoración ambiental, sin embargo, podría incluirse en el análisis de costo-beneficio
y valora la presión que ejerce sobre los ecosistemas en el precio de los
recursos y bienes.
La economía clásica por su parte ha considerado los
recursos naturales como proveedores de materias primas para los procesos de
producción, por lo tanto, utiliza los recursos naturales como factores de
producción y producir bienes o servicios que puedan satisfacer necesidades humanas.
En economía existe dos corrientes de pensamiento;
uno hace referencia a los recursos naturales, en donde pone de manifiesto que
la escasez de las materias primas no genera un problema, pesto que para eso se
puede utilizar sustituyentes, y la otra, señala que el agotamiento del capital
natural y la contaminación son obstáculos al crecimiento.
Bajo el concepto de la economía clásica, el trabajo
es la fuente de la riqueza; la cuestión central se encuentra en aumenta la
producción y potencial el crecimiento económico aumentando el PIB.
Actualmente, se está observando la crisis ambiental
que vive nuestro planeta y los economistas se han interesado en los procesos
económicos que ponen al margen el análisis y los cálculos financieros que
puedan atenuar dichos problemas ambientales. Comenzaremos con la Economía
Ambiental, la cual surge con una
subdisciplina de la Economía Neoclásica, de una economía cerrada, que ignora
sus vínculos con el medio ambiente. Según Toledo (1998), en torno a la
biodiversidad, la Economía Ambiental pretende valorar económicamente la
biodiversidad en el contexto de las fallas del mercado, generar instrumentos
económicos orientados a mantener el nivel de la biodiversidad, que garanticen
el funcionamiento de los ecosistemas de los que dependen la producción y el
consumo de bienes y servicios económicos y diseñar políticas y estrategias de
manejo y uso que permita aliviar, restituir y prolongar la productividad de los
ecosistemas. Sin embargo, los verdaderos valores de la biodiversidad no son
reflejados por el mercado. Debido a que el sistema de mercado falla al valorar
la biodiversidad porque existe externalidades que el mercado es incapaz de
controlar. En sí, lo que busca la Economía Ambiental es evaluar las
preferencias de la sociedad a favor o en contra de un cambio ambiental. Es
decir, no valora el ambiente, sino las preferencias o la voluntad de la
población para mantener o cambiar el estado de su ambiente y el nivel de riesgo
que implica un deterioro ambiental.
Por otra parte, la Economía Ecológica está más
orientada al estudio de las relaciones entre los sistemas ecológicos y los económicos, con un sentido integrado,
una concepción plural y una metodología transdisciplinaria. La economía
ecológica trata de una visión que involucra interacciones bióticas y humanas
con dinámicas planetarias, donde las incertidumbres y las sorpresas se
transforman en una parte integral de un conjunto anticipado de respuestas
adaptativas.
Por tanto, el valor económico de los ecosistemas se
encuentra estrechamente interconectado con sus funciones físicas, químicas y
biológicas dentro de un solo sistema global.
Bibliografía
Toledo, A. 1998. Economía de la Biodiversidad. México:
Programa de las Naciones Unidas Para el Medio Ambiente.
Oficina Regional para América Latina y el Caribe.
Londoño
y C. L. 2006. Los recursos naturales y el medio ambiente en la economía de
mercado. Revista Científica Guillermo de Ockha, Cali, Colombia. 4:25-42.
Saldarriaga,
I. C. y N. Campos. 2005. Economía de los Recursos Naturales y Medio Ambiente en
los 40 años de la Revista Económica y Administración. Economía y
Administración. 64: 77-87.