¿Por qué todo está tan caro? Es la pregunta que nos
hacemos cada día al observar, con una tristeza de sapo, los escaparates de las
tiendas bien colmadas de productos y con los bolsillos llenos de cifras
imaginarias. Ah, pero a nadie le preocupa la razón de que ciertos objetos se
pongan baratos, así de la nada, al contrario, ¿a quién le importa? Sin embargo
ambos fenómenos están relacionados íntimamente, para regocijo de algunos pocos
y para disgusto de otros tantos, y desde luego que importa. Comúnmente podríamos pensar que el aumento de
los precios podría estar relacionado con la decisión que el vendedor tome al
respecto, como en los casos tradicionales, en que un producto, por ejemplo una
artesanía de madera, adquiere un precio que los que carecen de creatividad (o
son muy tacaños) definen como excesivo. Dicho precio es controlado, desde
luego, por el propio artesano, que considera ciertas variables en la
fabricación y venta de sus artesanías (y que una persona gris ni siquiera
valoraría), como el árbol de donde extrajo la madera, la dificultad para
encontrarlo, talarlo, cortarlo, darle forma, pintarlo, la inversión en
pinturas, instrumentos y la inversión de tiempo de trabajo y esfuerzo para
trasladarlo a un mercado (y desde luego, la inversión de energía, que se
consume con cada coraje con los regateros oportunistas, que al final magullan
pero no compran). Pero más allá de eso, existen dos fenómenos que controlan a
todos los mercados y que están íntimamente ligados entre sí, y claro,
repercuten mucho en qué tan altos o bajos pueden ser los precios. Se denominan
oferta y demanda.
“Aw, términos
económicos”, pero comprenderlos es
aún más fácil que los enredos telenovelescos que nos entumen los sesos día con
día, y es tan importante como saber leer y sumar (para que no nos hagan “tarugos”).
Primero empezaré por explicar la oferta, que se define sencillamente como la
cantidad de productos o servicios ofrecidos en el mercado, por ejemplo, la
cantidad de televisores que lanza una empresa, la cantidad de comestibles, como
los huevos (cuyo precio, desafortunadamente, es el equivalente a una vaca
artrítica en un globo aerostático) que ofrece una granja avícola, entre otros
muchos productos que se pueden obtener directamente del mercado. La relación
entre la oferta y el precio de los mismos, está dado de la siguiente manera: la
cantidad de productos (la oferta) estará regulada por el precio. Para una
empresa, por ejemplo, la cantidad de productos ofrecidos estará directamente
relacionada con el máximo beneficio que se pueda obtener, a mayor precio, mayor
cantidad de productos ofrecidos (en el caso de un producto exclusivo, libre de
competencia). Por consiguiente, a menor precio habrá una menor cantidad de
productos ofrecidos, por lo que ya no será rentable ofrecer dicho producto. Aunque
puede suceder que al aumentar el
precio de los insumos (salarios de los trabajadores, precios de materias
primas, energía, etc.) de un producto, su oferta disminuye. Ciertamente es una
relación caprichosa, pero directa, pues cuando el precio sube, sube la oferta,
y cuando ésta baja, bajan los precios. Sucede comúnmente con los refrescos,
cuando hay poca oferta de una marca poco conocida, su precio disminuye; y
cuando hay gran demanda de una marca muy conocida, el precio también sube.
La segunda fuerza, denominada “demanda”, también
apalea los abultados bolsillos de las empresas (y la de los tenderos de las
colonias vecinas), se denomina como la cantidad de bienes o servicios que los
compradores desean adquirir en el mercado. De igual manera, está mediada por el
precio de los bienes, de tal manera que a mayor precio habrá poca demanda,
entonces a menor precio mayor demanda. Lo anterior ocurre con mayor frecuencia
en cualquier local de la esquina (por poner un ejemplo sencillo), Don Lencho
vende sombreros con forma de cangrejo que son carísimos, de los cuales de cada
100 que compra al año solo alcanza a vender uno al mes, esto equivale a un
elevado precio y poca demanda. Pero si el precio de dichos sombreros bajara,
aumentaría la demanda (tomando en cuenta la manía humana de comprar cosas
inútiles por ser baratas). Aunque los dos casos anteriores pueden no suceder
con tal exactitud. Es posible que aunque no varíe el precio de los sombreros
con forma de cangrejo, su demanda aumente o disminuya, en ello intervienen
otros factores como la moda. Si de pronto apareciera Selena Gómez en televisión
usando un sombrero con forma de cangrejo y un vestido hecho con los mismos
sombreros, inmediatamente se venderían miles de unidades de sombreros, independientemente
de que sean muy caros o muy baratos, aunque lo conveniente para las empresas es
que su precio sea elevado.
Hasta aquí he referido las dos fuerzas determinantes
en el precio de los bienes y servicios independientemente una de la otra, pero
es importante mencionar que en la realidad ambas fuerzas están unidas entre sí,
actuando una sobre la otra, pero esa es otra historia.
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