lunes, 18 de mayo de 2015

Oferta y demanda: el sol en lo alto y el cielo azul, los precios están tan altos que tu cara se pone azul

¿Por qué todo está tan caro? Es la pregunta que nos hacemos cada día al observar, con una tristeza de sapo, los escaparates de las tiendas bien colmadas de productos y con los bolsillos llenos de cifras imaginarias. Ah, pero a nadie le preocupa la razón de que ciertos objetos se pongan baratos, así de la nada, al contrario, ¿a quién le importa? Sin embargo ambos fenómenos están relacionados íntimamente, para regocijo de algunos pocos y para disgusto de otros tantos, y desde luego que importa.  Comúnmente podríamos pensar que el aumento de los precios podría estar relacionado con la decisión que el vendedor tome al respecto, como en los casos tradicionales, en que un producto, por ejemplo una artesanía de madera, adquiere un precio que los que carecen de creatividad (o son muy tacaños) definen como excesivo. Dicho precio es controlado, desde luego, por el propio artesano, que considera ciertas variables en la fabricación y venta de sus artesanías (y que una persona gris ni siquiera valoraría), como el árbol de donde extrajo la madera, la dificultad para encontrarlo, talarlo, cortarlo, darle forma, pintarlo, la inversión en pinturas, instrumentos y la inversión de tiempo de trabajo y esfuerzo para trasladarlo a un mercado (y desde luego, la inversión de energía, que se consume con cada coraje con los regateros oportunistas, que al final magullan pero no compran). Pero más allá de eso, existen dos fenómenos que controlan a todos los mercados y que están íntimamente ligados entre sí, y claro, repercuten mucho en qué tan altos o bajos pueden ser los precios. Se denominan oferta y demanda.
“Aw, términos económicos”, pero comprenderlos es aún más fácil que los enredos telenovelescos que nos entumen los sesos día con día, y es tan importante como saber leer y sumar (para que no nos hagan “tarugos”). Primero empezaré por explicar la oferta, que se define sencillamente como la cantidad de productos o servicios ofrecidos en el mercado, por ejemplo, la cantidad de televisores que lanza una empresa, la cantidad de comestibles, como los huevos (cuyo precio, desafortunadamente, es el equivalente a una vaca artrítica en un globo aerostático) que ofrece una granja avícola, entre otros muchos productos que se pueden obtener directamente del mercado. La relación entre la oferta y el precio de los mismos, está dado de la siguiente manera: la cantidad de productos (la oferta) estará regulada por el precio. Para una empresa, por ejemplo, la cantidad de productos ofrecidos estará directamente relacionada con el máximo beneficio que se pueda obtener, a mayor precio, mayor cantidad de productos ofrecidos (en el caso de un producto exclusivo, libre de competencia). Por consiguiente, a menor precio habrá una menor cantidad de productos ofrecidos, por lo que ya no será rentable ofrecer dicho producto. Aunque puede suceder que al aumentar el precio de los insumos (salarios de los trabajadores, precios de materias primas, energía, etc.) de un producto, su oferta disminuye. Ciertamente es una relación caprichosa, pero directa, pues cuando el precio sube, sube la oferta, y cuando ésta baja, bajan los precios. Sucede comúnmente con los refrescos, cuando hay poca oferta de una marca poco conocida, su precio disminuye; y cuando hay gran demanda de una marca muy conocida, el precio también sube.
La segunda fuerza, denominada “demanda”, también apalea los abultados bolsillos de las empresas (y la de los tenderos de las colonias vecinas), se denomina como la cantidad de bienes o servicios que los compradores desean adquirir en el mercado. De igual manera, está mediada por el precio de los bienes, de tal manera que a mayor precio habrá poca demanda, entonces a menor precio mayor demanda. Lo anterior ocurre con mayor frecuencia en cualquier local de la esquina (por poner un ejemplo sencillo), Don Lencho vende sombreros con forma de cangrejo que son carísimos, de los cuales de cada 100 que compra al año solo alcanza a vender uno al mes, esto equivale a un elevado precio y poca demanda. Pero si el precio de dichos sombreros bajara, aumentaría la demanda (tomando en cuenta la manía humana de comprar cosas inútiles por ser baratas). Aunque los dos casos anteriores pueden no suceder con tal exactitud. Es posible que aunque no varíe el precio de los sombreros con forma de cangrejo, su demanda aumente o disminuya, en ello intervienen otros factores como la moda. Si de pronto apareciera Selena Gómez en televisión usando un sombrero con forma de cangrejo y un vestido hecho con los mismos sombreros, inmediatamente se venderían miles de unidades de sombreros, independientemente de que sean muy caros o muy baratos, aunque lo conveniente para las empresas es que su precio sea elevado.
Hasta aquí he referido las dos fuerzas determinantes en el precio de los bienes y servicios independientemente una de la otra, pero es importante mencionar que en la realidad ambas fuerzas están unidas entre sí, actuando una sobre la otra, pero esa es otra historia.



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