El
consumo, uso y degradación de los recursos naturales es lo que comúnmente se le
conoce en economía como externalidad; esto es un costo de producción no
considerado en la estructura de los costos de un proyecto. Para comprender
mejor la definición, mencionaremos algunos ejemplos: la contaminación de las
aguas de los ríos y mares a causa de los remanentes de las industrias, el
deterioro del suelo con la extracción de minerales, la producción de residuos tóxicos,
la contaminación del aire con los gases y ruido, y la construcción de
carreteras no rentables son algunos casos de externalidades.
El
valor de los recursos naturales y ambientales no se ven reflejados sobre los
precios porque no se definen los derechos de propiedad. El mercado no
interviene para dar valor a los bienes cuando ellos están fuera de su esfera,
al no conocerse la titularidad de los mismos. Pondremos un ejemplo común para comprenderlo
mejor. Si nos encontramos en un lugar donde solo existan pocas personas habitándola,
y en ese lugar se implantó un negocio como el de un restaurante que ofrece sus servicios,
además de una vista hacia un río y hacia los recursos naturales de esa
localidad, (lo que le da un plus al restaurante), y que posteriormente llegue
un fábrica de cementos (por mencionar algo) a verter sus desechos hacia el río,
lo cual empezará a contaminar el recurso del agua, y afectar la flora y la
fauna (principalmente de los peces). Es aquí donde empieza a causar daños hacia
los recursos naturales, hacia la salud de las personas que habitan el lugar y al
mismo tiempo afecta el negocio de la otra persona que ya estaba establecida,
quien ofrecía ciertos beneficios como el admirar el paisaje del sitio. Todos estos
daños provocados por la fábrica, se les conoce como costos externos, que a
final de cuenta los viene pagando las personas que viven en esa población,
puesto que la fábrica de cementos no se hará responsable de pagar el médico de
las personas quienes se enferme a causa de sus actividades, como tampoco pagará
los clientes que pierda el dueño del restaurante a causa de la contaminación del río por esta empresa. Entonces, surge la pregunta de ¿cuánto le cuesta a la
sociedad el producto que ofrece la empresa? (el producto final les trae un
beneficio para las personas, por ende, tiene una alta demanda), esto es, el
costo social es igual al costo privado, más el costo externo. Sin embargo, el
mercado solo percibe el costo privado, no los costos externos. Es decir, no se
reflejan los verdaderos costos para la sociedad y caeríamos en un equilibrio
ineficiente porque no se estaría pagando el precio total. Por consiguiente, si se
llegara a contemplar los costos externos, el equilibrio del mercado sería eficiente,
lo cual implicaría tener un precio más elevado, y como consecuencia el mercado tendría
una pérdida irrecuperable, lo que refleja una ineficiencia. Es claro que no hemos
cubierto un costo marginal social por el precio que se paga, y por lo tanto,
hay una sobreproducción. Para que el mercado sea eficiente lo ideal sería que
se incluyera el costo externo, obteniendo al mismo tiempo una sobreproducción,
pero a veces el mercado falla, pues el sistema de precios no conduce a una asignación
eficiente de los recursos. Siguiendo con lo de la empresa, el producto que se genera
es necesario para la sociedad también, lo que se requiere entonces es producir
en un punto donde el costo marginal de esta contaminación no exceda al
beneficio marginal que se obtiene por el producto.
¿Entonces
qué pasa con los derechos de propiedad? Las externalidades aparecen por causa
de la ausencia de derechos de propiedad. Por tanto, la eficiencia se alcanzaría
si se estableciera el derecho de propiedad, lo cual se basa en el teorema de
Coase: que se basa en tres principios: 1) el que haya un dueño del río (derecho
de propiedad), 2) si hubiera pocos participantes involucrados (la empresa, el río y los pocos habitantes) y 3) si el costo de establecer algún tipo de
negocio, convenio o pacto entre las partes para regular el nivel de contaminación,
entonces se podría obtener un resultado eficiente, por lo tanto, no habría externalidades.
El resultado sería el mismo independientemente de quien posee los derechos de
propiedad. Pero lamentablemente, no todo es posible, puesto que muchas de las
veces el teorema de Coase no es aplicable como ocurre en este caso, debido a
que nadie es dueño del río, como tampoco del aire, ni de los peces.
Es
entonces cuando se requiere de la intervención del gobierno (cuando el mercado
falla). Actualmente, el gobierno utiliza tres acciones para enfrentar los
costos externos: el primero es aplicando impuesto a las empresas; el segundo,
los cargos por emisiones; y el tercero, se refiere a los permisos negociables. Para
el primer caso, el gobierno puede establecer un impuesto igual al costo
marginal externo, obteniéndose así un resultado eficiente, la única implicación
que se tendría sería estimar cual sería el costo marginal externo y por lo
tanto, estimar cuanto es la magnitud del impuesto. En cuanto a los cargos por
emisiones, el gobierno establece un precio por unidad de contaminación, de
forma que si una empresa desea contaminar más, deberá pagar más cargos por
emisiones, lo cual llevaría a las empresas a generar el nivel eficiente de contaminación,
pero el gobierno necesitaría de mucha información que normalmente no está
disponible. Por último se encuentra los permisos negociables, en donde a cada
empresa se le asignaría un monto permitido de contaminación por periodo y las
empresas comerciarían los permisos, y de esta manera internalizarían los costos
de las externalidades.
Por
otro lado, Chapman (1975) menciona que la solución a los problemas del Medio
Ambiente no debe basarse solamente en el intervencionismo del estado en el
mercado ya que solamente provocaría distorsiones; ni en complicados controles,
ni en utilizar la propiedad estatal para la conservación de los recursos
naturales, sino permitir que actúen libremente las fuerzas del mercado
brindando transparencia al mismo permitiendo la correcta asignación de los
recursos.
Bibliografía
Amado,
R. L. 1994. Análisis económico de los recursos naturales. Multequina. Redalyc.org.
3: 205-211.
Chapman,
W. L., 1975. Auditoría económica-social: sus posibilidades y limitaciones, en:
Revista, Administración de Empresas, V: 753.
Leandro,
G. 2015. Microeconomia aplicada-externalidades negativas. Consultado el
20/06/2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario