domingo, 21 de junio de 2015

¿Es suficiente las acciones que utiliza el gobierno para enfrentar los costos externos?

El consumo, uso y degradación de los recursos naturales es lo que comúnmente se le conoce en economía como externalidad; esto es un costo de producción no considerado en la estructura de los costos de un proyecto. Para comprender mejor la definición, mencionaremos algunos ejemplos: la contaminación de las aguas de los ríos y mares a causa de los remanentes de las industrias, el deterioro del suelo con la extracción de minerales, la producción de residuos tóxicos, la contaminación del aire con los gases y ruido, y la construcción de carreteras no rentables son algunos casos de externalidades.
El valor de los recursos naturales y ambientales no se ven reflejados sobre los precios porque no se definen los derechos de propiedad. El mercado no interviene para dar valor a los bienes cuando ellos están fuera de su esfera, al no conocerse la titularidad de los mismos. Pondremos un ejemplo común para comprenderlo mejor. Si nos encontramos en un lugar donde solo existan pocas personas habitándola, y en ese lugar se implantó un negocio como el de un restaurante que ofrece sus servicios, además de una vista hacia un río y hacia los recursos naturales de esa localidad, (lo que le da un plus al restaurante), y que posteriormente llegue un fábrica de cementos (por mencionar algo) a verter sus desechos hacia el río, lo cual empezará a contaminar el recurso del agua, y afectar la flora y la fauna (principalmente de los peces). Es aquí donde empieza a causar daños hacia los recursos naturales, hacia la salud de las personas que habitan el lugar y al mismo tiempo afecta el negocio de la otra persona que ya estaba establecida, quien ofrecía ciertos beneficios como el admirar el paisaje del sitio. Todos estos daños provocados por la fábrica, se les conoce como costos externos, que a final de cuenta los viene pagando las personas que viven en esa población, puesto que la fábrica de cementos no se hará responsable de pagar el médico de las personas quienes se enferme a causa de sus actividades, como tampoco pagará los clientes que pierda el dueño del restaurante a causa de la contaminación del río por esta empresa. Entonces, surge la pregunta de ¿cuánto le cuesta a la sociedad el producto que ofrece la empresa? (el producto final les trae un beneficio para las personas, por ende, tiene una alta demanda), esto es, el costo social es igual al costo privado, más el costo externo. Sin embargo, el mercado solo percibe el costo privado, no los costos externos. Es decir, no se reflejan los verdaderos costos para la sociedad y caeríamos en un equilibrio ineficiente porque no se estaría pagando el precio total. Por consiguiente, si se llegara a contemplar los costos externos, el equilibrio del mercado sería eficiente, lo cual implicaría tener un precio más elevado, y como consecuencia el mercado tendría una pérdida irrecuperable, lo que refleja una ineficiencia. Es claro que no hemos cubierto un costo marginal social por el precio que se paga, y por lo tanto, hay una sobreproducción. Para que el mercado sea eficiente lo ideal sería que se incluyera el costo externo, obteniendo al mismo tiempo una sobreproducción, pero a veces el mercado falla, pues el sistema de precios no conduce a una asignación eficiente de los recursos. Siguiendo con lo de la empresa, el producto que se genera es necesario para la sociedad también, lo que se requiere entonces es producir en un punto donde el costo marginal de esta contaminación no exceda al beneficio marginal que se obtiene por el producto.
¿Entonces qué pasa con los derechos de propiedad? Las externalidades aparecen por causa de la ausencia de derechos de propiedad. Por tanto, la eficiencia se alcanzaría si se estableciera el derecho de propiedad, lo cual se basa en el teorema de Coase: que se basa en tres principios: 1) el que haya un dueño del río (derecho de propiedad), 2) si hubiera pocos participantes involucrados (la empresa, el río y los pocos habitantes) y 3) si el costo de establecer algún tipo de negocio, convenio o pacto entre las partes para regular el nivel de contaminación, entonces se podría obtener un resultado eficiente, por lo tanto, no habría externalidades. El resultado sería el mismo independientemente de quien posee los derechos de propiedad. Pero lamentablemente, no todo es posible, puesto que muchas de las veces el teorema de Coase no es aplicable como ocurre en este caso, debido a que nadie es dueño del río, como tampoco del aire, ni de los peces.
Es entonces cuando se requiere de la intervención del gobierno (cuando el mercado falla). Actualmente, el gobierno utiliza tres acciones para enfrentar los costos externos: el primero es aplicando impuesto a las empresas; el segundo, los cargos por emisiones; y el tercero, se refiere a los permisos negociables. Para el primer caso, el gobierno puede establecer un impuesto igual al costo marginal externo, obteniéndose así un resultado eficiente, la única implicación que se tendría sería estimar cual sería el costo marginal externo y por lo tanto, estimar cuanto es la magnitud del impuesto. En cuanto a los cargos por emisiones, el gobierno establece un precio por unidad de contaminación, de forma que si una empresa desea contaminar más, deberá pagar más cargos por emisiones, lo cual llevaría a las empresas a generar el nivel eficiente de contaminación, pero el gobierno necesitaría de mucha información que normalmente no está disponible. Por último se encuentra los permisos negociables, en donde a cada empresa se le asignaría un monto permitido de contaminación por periodo y las empresas comerciarían los permisos, y de esta manera internalizarían los costos de las externalidades.
Por otro lado, Chapman (1975) menciona que la solución a los problemas del Medio Ambiente no debe basarse solamente en el intervencionismo del estado en el mercado ya que solamente provocaría distorsiones; ni en complicados controles, ni en utilizar la propiedad estatal para la conservación de los recursos naturales, sino permitir que actúen libremente las fuerzas del mercado brindando transparencia al mismo permitiendo la correcta asignación de los recursos.

Bibliografía
Amado, R. L. 1994. Análisis económico de los recursos naturales. Multequina. Redalyc.org. 3: 205-211.
Chapman, W. L., 1975. Auditoría económica-social: sus posibilidades y limitaciones, en: Revista, Administración de Empresas, V: 753.
Leandro, G. 2015. Microeconomia aplicada-externalidades negativas. Consultado el 20/06/2015.


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